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Nuestro sueño de un mundo de tolerancia, de comprensión, de permisividad hacia lo diferente, de igualdad, de solidaridad, de justicia social se va resquebrajando y el mundo fascista de intransigencia, terquedad, obstinación, testarudez avanza tan incompresible como imparablemente.

Carmela es nuestra memoria y nuestra culpa.

Carmela: ejemplo de amor hacía la vida y hacia los demás, valores que está dentro del alma de las buenas personas.

Carmela: reivindicación de la bondad tan denostada en estos días.

Carmela es divertida, brillante y descarada. Pura raíz, pura sangre. No piensa mucho, convive con los que la rodean, siente y padece. Un ser sin cultura, sin sofisticaciones, sin prejuicios que es carne viva, sensible al dolor de los demás.

Carmela se sacrifica porque no puede vivir en un mundo podrido.

Y nosotros cogemos aire con la mayor alegría y profundidad posibles para volver a suspirar: !Ay, Carmela!.